lunes, 7 de febrero de 2011

La revolución francesa - Kouya x Tamaki (Host Club One shot)

"El instituto Ouran se caracteriza por dos cosas: Dinero y familias de renombre. Los chicos guapos de familias prósperas tienen mucho tiempo libre y ganas de compartirlo con hermosas señoritas que disponen igualmente de tiempo libre, dando vida a sus fantasías románticas. Este club existe para hacer felices a las princesas que acuden a este lugar. El Ouran Host Club."

Aquella tarde de primavera, el host club se había convertido en Stonehenge. Con druidas sacerdotes incluídos.

"Aunque la Diosa madre me castigue hoy al ponerse el Sol, podré soportarlo con el recuerdo de tu belleza. Soy como un cazador, cazado por el brillo de tus ojos."

Gritos de admiración y tímidos suspiros extasiados por la hermosura de la escena protagonizada por el Rey del host club. Era una reacción muy típica de las clientes frente a las actuaciones de Tamaki, pero había algo en todo aquello que molestaba a Kyouya. Sí, el "Rey en la sombra" se sentía molesto con las atenciones de Tamaki hacia las clientas. ¿Desde hace cuanto? A saber... De momento, intentaba disimularlo lo más posible hasta que tuviera las ideas claras.

"Kyouya-sempai, ¿te encuentras bien?"

Haruhi le dejó una taza de té junto al portatil con el que trabajaba. Aunque ya había saldado su deuda, seguía en el club por puro placer. Era bueno tener a alguien con dos dedos de frente entre tantos locos. Además, la sonrisa de la joven era como un bálsamo milagroso. Mostraba confianza y cariño, como la sonrisa de una hermana mayor en la que puedes confíar y hablar de lo que sea. En resumidas cuentas, una amiga.

"No te preocupes Haruhi, es sólo que estoy algo cansado. Nada más."

El chico de gafas se limitó a sonreír mientras respondía con cortesía. Era una verdad a medias, pero tampoco una mentira, al fin y al cabo. Estaba cansado de aquel dolor que le oprimía el pecho cada vez que su rey dirigía su atención a las "pincesas" que los visitaban. Cansado de reprimirlo y de no poder hacerlo estallar para librarse de él. La muchacha le miró unos instantes, algo intrigada, pero finalmente una mirada y una sonrisa comprensivas afloraron en su rostro.

"Si en algún momento quieres hablar, estaré ahí, pero tampoco creo que debas preocuparte por su majestad."

La perpleja expresión de Kyouya fue contestada por un pícaro guiño por parte de la muchacha, que se llevó un dedo ante los labios, haciendo una señal de silencio. El muchacho dejó escapar un aliviado suspiro. Haruhi era un ser especial en muchos sentidos y sabía que podía contar con ella y su confianza, aunque no podía evitar preguntarse porque había dicho que no tenía de qué preocuparse... ¿Sabría ella si había alguien ya en el corazón de Tamaki o simplemente lo consideraba lo bastante idiota como para enamorarse? Aunque siendo ella, mientras sonriera, sabía que no había nada por lo que inquietarse.

Cabeza hueca, iluso, alocado, idiota, bobo, despistado, exagerado,... Los rasgos más destacables del Rey del Host Club no eran algo que celebrar, aunque combinados con su simpatía, calidez, sentido de la justicia y alegría, daban lugar a una persona querida por todos, arrolladora y que brillaba con muchísima intensidad. Y es precisamente ese brillo lo que había cautivado al "Rey en la sombra". Al principio, aquella fascinación era fruto de la curiosidad y la recomendación de su padre de hacerse amigo suyo, luego interés por aprovechar sus "talentos naturales" y actitud principesca con las damas para el club y ahora, tan acostumbrado a su brillo, lo codiciaba secretamente para sí, temeroso de que alguien se lo pudiera arrebatar. Empezó a odiar a toda clienta que se acercara a Tamaki, al propio rubio al regalarles tantas atenciones aun siendo una mera actuación y también se odiaba a sí mismo por no poder controlarse tan bien como quisiera. Estaba enamorado del mayor idiota del mundo, no sabía cómo decírselo por miedo a perderlo y no sabía cuánto tiempo más aguantaría sin soltarlo o sin alejarse de él para intentar olvidarlo.

Con la llegada de los exámenes las actividades del Host Club eran más relajadas y estaban dedicadas a ayudar con sus asignaturas a quien más lo necesitara, siendo atendidos por un host u otro según la asignatura. Los gemelos Hitachiin resolverían dudas de todo lo que tuviera que ver con Arte y Diseño. Honey-senpai y Mori-senpai se encargarían de prepararles para las pruebas físicas. Haruhi resolvería sus dudas de Lengua y Literatura. Kyouya ayudaría con Matemáticas y Tamaki con Historia. Serviría como apoyo y repaso para todos, haciendo más sencillo el estudiar en casa.

Cuando sólo quedaba una semana, cerraron el club para dedicarse a fondo a estudiar. De hecho, el estudiar a fondo fue una de las razones por las que Haruhi se negó en redondo a hacer sesiones de estudio en su casa.

"Con todos vosotros pululando a mi alrededor no voy a poder concentrarme, así que olvidaros de eso."

Tras muchos ruegos y lágrimas de cocodrilo fallidos, los chicos terminaron cediendo y organizándose a su manera. Honey y Mori por un lado, los gemelos por otro y, finalmente, Kyouya y Tamaki. Más por insistencia de este último que por gusto del primero, pues sabía que la cabezonería del rubio era superior a su paciencia, por lo que aceptó estudiar con él todas las tardes después de clase en su casa antes que tener que escucharlo lloriquear.

Las tardes transcurrían tranquilas. Todo lo tranquilas que podían ser al lado de alguien como Tamaki, quien enseguida se iba por las ramas, aunque a la hora de la verdad demostrara que tenía más cabeza para los estudios de lo que en un principio le parecería a cualquiera. El último fin de semana antes de los exámenes, se dedicaron a hacer un repaso general de todas las asignaturas, dejando Historia para el final. Curiosamente se examinarían sobre la Revolución Francesa.

"... Y el pueblo francés se levantó en armas para derrocar a los monarcas, defendiendo aquello que creían verdadero: ¡La libertad, la fraternidad y la igualdad! Y además ¡waaaaaa!"

Con la emoción del repaso, el rubio se había subido al kotatsu, acompañando cada palabra de sus siempre exagerados y teatrales gestos, tropezando con una mandarina y cayendo sobre Kyouya con inesperadas consecuencias... No sólo había terminado encima suyo, sino que además, sus labios estaban pegados. Ambos se quedaron helados, hieráticos por un instante, hasta que fue el rubio el que se movió.

"¡Yo... Kyouya... fue un accidente... en serio... NO ME MATEEEEEES!"

El TERROR se iba dibujando en el rostro del rubio al ver que a cada paso hacia atrás que daba, su compañero daba otro para alcanzarle, hasta que lo tuvo arrinconado contra una pared. Suerte que estaban solos en su casa de campo o alguien habría venido al escuchar el escándalo. Por otro lado, en el rostro del Rey en la Sombra, se empezó a dibujar una sonrisa bastante peligrosa. Aquel beso había sido la gota que colmaba el vaso. No aguantaba más. Su particular Revolución Francesa había estallado.

"Un accidente... ¿Te das cuenta de que tus tonterías pueden afectar a los demás de maneras que ni te imaginas? No te preocupes, no voy a matarte... Es más, creo que voy a hacer yo también una tontería, a ver qué te parece."

Aquello había dejado al rubio sin habla y un tanto espectante, aunque para nada se esperaba lo que realmente iba a suceder... Ni corto ni perezoso, el moreno se pegó aún más a él, apoyó sus manos en la pared para asegurarse de que su presa no escaparía, acercó su rostro al de él lentamente y terminó cerrando distancias con un beso en sus labios. Un beso largo, en el que ninguno de los dos se movió más allá de lo estrictamente necesario, que tenía un sabor nuevo con un regusto dulce y que no fue rechazado. Al separarse, Kyouya lucía una sonrisa triunfal, mientras que la expresión de su Rey era una mezcla entre sonrojo, confusión, sorpresa y docilidad. No parecía asustado ni complacido, sino como si su mente estuviera viajando a través de otra dimensión. El más joven de la familia Ootori estaba satisfecho. Sino se había producido rechazo, el triunfo no se le iba a escapar.

Los exámenes pasaron y el club volvió a sus actividades habituales. Todos parecían estar como siempre, aunque había alguien que sonreía más de lo acostumbrado.

"Veo que has solucionado las cosas con Tamaki, enhorabuena."

Haruhi se daba cuenta de esas cosas con una facilidad pasmosa cuando se trataba de sus amigos (aunque no era tan aguda cuando esas cosas le sucedían a ella) y se alegraba de verdad porque las cosas fueran tomando un nuevo y tranquilo cauce otra vez. Pero eso de tranquilo era un decir... Tamaki estaba realmente patoso, como si estuviera nervioso por algo, sonrojandose cuando posaba su mirada sobre cierta persona.

"No creo que ese idiota se haya dado cuenta de lo que realmente pretendo de él, pero me ocuparé de que lo entienda y reaccione como espero."

Los planes del Rey en la Sombra NUNCA fallaban. Y esta, no sería la ocasión en que sucedería lo contrario.

FIN


P.D.: Este fic se lo dedico a Duenda, que hace eones que me lo pidió y, aunque he tardado muchísimo, al final he cumplido mi palabra. Que lo disfrutes, pequeña ^^

P.D.: Los personajes pertenecen a su autora y yo sólo los he tomado prestados. (Por si se pasara por aquí alguien de la $gae, que nunca se sabe xD)