Por fin pudo salir de aquella habitación. Ya había dejado al príncipe de Oujo tal y como Hiruma quería: atado de pies y manos, desnudo de cintura para arriba y lo suficientemente drogado como para que no pudiera defenderse ni aunque estuviera desatado. Cruzó un largo corredor hasta el dormitorio de su señor.
"Mi... Mi señor... Ya está todo listo."
Hiruma sonrió ampliamente, igual que un niño en Navidad.
"Jejeje... Procura no estar demasiado lejos, cerdito. Quiero que limpies la habitación y dejes a nuestro invitado donde estaba antes en cuanto termine de jugar con él."
El sirviente no pudo más que asentir y dejar pasar a su amo, quien entró a la habitación, cerró la puerta de un golpe y se encontró muy satisfecho con lo que había dentro. Y su satisfacción creció mucho más al ver que su invitado ya estaba despierto.
"Yo diría que es cosa del destino, ¿no crees? Justo te despiertas cuando va a empezar la diversión, jejeje..."
Shin no sabía muy bien que estaba pasando. Estaba muy débil, no podía moverse y ahora estaba tumbado. Veía al demonio rubio quitarse la camisa negra que llevaba y avanzar hacia él sonriente. Todo le parecía muy extraño pero cuando le dio algo que parecía un beso y terminó como un fuerte mordisco y empezó a recorrer su pecho desnudo con las manos ya supo lo que sucedía. Quería liberarse y no podía. Quería apartar aquellas lascivas manos de largos y finos dedos y no podía. Sólo podía sentir miedo y desesperación.
Mientras recorría los pectorales del príncipe de Oujo, Hiruma pudo sentir su miedo y eso le excitaba mucho. Se puso encima suyo y se acercó a su oído para susurrarle.
"Me estás resultando mucho más excitante de lo que había pensado, musculitos."
Hiruma siguió prodigandole caricias, lamiendo sus pezones, pellizcandolos haciéndole sentir placer a la par que dolor. Shin se sentía perdido. En su mente se maldecía por no ser capaz de hacer nada, pero su cuerpo reaccionaba de manera positiva, calentándose más y más. El demonio rubio fue descendiendo poco a poco por el pecho del príncipe de Oujo, beso a beso, caricia a caricia, recreándose en la sensación de jugar con el cuerpo del joven y en su sufrimiento. Comenzó a acariciar la entrepierna de su cautivo por encima del pantalón. Estaba excitado sí, pero todo es mejorable y lograrlo sería de lo más divertido. Se sacó una navaja negra del bolsillo y con ella cortó las ligaduras de las piernas de Shin así como todo aquello que cubría su anatomía de cintura para abajo. La visión de su prisionero totalmente desnudo, sometido, jadeante entre la suplica por piedad y el anhelo de seguir adelante le resultaban un espectáculo único.
"No se preocupe, su alteza. La diversión no ha hecho más que empezar, jejeje..."
Aquella burla no hizo más que acrecentar la ansiedad por terminar todo aquello de Shin. Intentaba mover las piernas pero la respuesta de su cuerpo se limitaba a un vago temblor. Intentó no mirar, cerrar los ojos, pero aquello no servía más que para acrecentar la sensibilidad de su piel. No iba a rendirse a los deseos del diabólico ser, por mucho que le costara. Aunque su cuerpo respondiera a aquella tortura. Sin ya más dilación Hiruma decidió centrarse en el miembro viril de su invitado. Primero lo acariciaba de arriba a abajo, despacio y luego un poco más deprisa, apretándolo en la palma de su mano un poco más. Shin se contenía todavía bastante bien, sin dejar que de su garganta saliera ningún lascivo gemido.
"Conque esas tenemos, valiente... Muy bien, veremos si sigues haciendo voto de silencio."
Hiruma le vendó los ojos, le separó las piernas e introdujo el miembro del prisionero en su boca. Un gemido saltó de la boca del cautivo. Perfecto. El demonio rubio paseó su lengua por toda la erección de Shin, introduciéndolo y sacándolo de su boca, tomando por sorpresa al príncipe de Oujo, quien se deshacía poco a poco en gemidos de placer. Aquello era música para los oídos de Hiruma y quería que aquella sinfonía siguiera sonando así que le regaló una trabajada felación al artista, para que siguiera interpretándola hasta que cayera exhausto. El prisionero no cabía dentro de sí del placer que sentía en ese momento. La humillación y el dolor fueron poco a poco alejados por un intenso placer que lo inundaba todo. El placer crecía y crecía hasta que llegó a un punto crítico en el que su intensidad explotó. Hiruma retiró sus labios del miembro de Shin y le besó de manera profunda, explorando el interior con su lengua, haciéndola suya y dándole a probar el sabor de su propia esencia.
Hiruma terminó de desvestirse. Su cuerpo era hermoso, fino, músculos formados en su justa medida, piel de porcelana y ávido de placer. Una lástima que Shin tuviera los ojos vendados para no verlo. Sin demasiado esfuerzo el demonio rubio puso al prisionero boca abajo, dando apertura al acto final.
"Espero que lo estés pasando bien, porque ahora voy a ser yo quien mejor se lo va a pasar."
El príncipe de Oujo no tuvo ni tiempo de replicar, el dolor que sentía en su entrada no le dejaba pensar, sólo podía gritar de dolor. Sabía que eso le suponía una satisfacción a su verdugo, pero era un dolor demasiado intenso y repentino para ser silenciado. Hiruma entraba y salía de él continuamente, primero despacio y cada vez acelerando más y más. Aunque persistía el dolor, el placer fue abriéndose paso nuevamente en la mente de Shin, pero esta vez si que pudo conservar la cordura. De vez en cuando se escapaba algún pequeño gemido de su garganta, pero nada más. No iba a darle más satisfacciones a ese demonio. Hiruma realmente disfrutaba jugando con su prisionero. No todos los días podías arrebatarle la virginidad a un príncipe joven, guapo, hermoso y fuerte y que además te resultara útil para tus ambiciones. Aquel era un gran día y como tal debía terminar. Quería disfrutar un rato más de la cara de sufrimiento de su prisionero pero ya no podía contenerse más, así que dejó salir su esencia dentro de Shin, que no se atrevió a moverse, temeroso de que le esperara algo más.
"No tiemble tanto su majestad, su pesadilla por hoy ha terminado, jejeje..."
Hiruma salio tranquilamente de aquella habitación en dirección al baño. Una bañera con agua caliente era perfecta para deshacerse del sudor y relajarse. El príncipe de Oujo vio a un corpulento joven entrar, pero poco a poco su visión se fue nublando hasta que todo se volvió negro.
P.D.: La actualización de hoy se la dedico a Wargo (autor de Acromegalia) por ser mi primer fan, un buen amigo y el engendrito campeón del DDR ;)
2 comentarios:
Bieeeeen!!! Violacióooon!!! XDDD Ya era hora, leches, que está todo mu bien escrito, pero ya iba haciendo falta algo de "acción" XDDD (Y ademas dedicada... snif... gracias Lina, eres más maja que las pesteas!!!).
P.D: Espero haber colgado la 2ª tira de "Terminal Fantasy" antes de que caiga la noche... o por lo menos hoy XD).
P.P.D: Te vas superando dia a dia...
Mooolaaaaa XD Aunque supongo que molaria mas si conociese mejor a los personajes :_D
Asi que ya sabes lo que toca, un fanfic de Yuuri y Wolfram YA! XDDDD
Pos eso, que me gusta como escribes, que enganchas, so jodía XD
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