La tarde de hoy está siendo rara de cojones, al menos en referencia a lo que suelen ser mis tardes de sábado. Para empezar, me he quedado en casa estudiando arte (unas tres horas con el culete pegado al asiento). Diréis "es normal cuando la gente tiene exámenes y esas cosas" y os doy toda la razón del mundo pero lo que es en mí, no lo veo normal. Normalmente habría estado estudiando por la mañana para por la tarde poder ir a mi bola y esas cosas, pero no he tenido ganas, la verdad.
Incienso, mi música preferida de fondo y una gran taza de té, eso sí es normal. Lo raro ha venido cuando he terminado de estudiar. Al ir a buscar el incienso en uno de los cajones de mi mesa, me he dicho "Dios, esto necesita que lo ordene pero a la de YA", así que en cuanto he terminado de estudiar, a ello me he puesto. Esto también es bastante extraño, porque normalente el desorden ordenado (que tengas todo desordenado pero sabes donde está lo que buscas) es algo que no me desagrada. Cuando he empezado a sacar las cosas de los cajones, he visto cosas de las que no me acordaba y que me han hecho evocar muchísimas cosas, algunas agradables, otras tristes y otras de sabor amargo. Y sí, otras tantas que lo único que me daban era vergüenza y sensación de ridículo XD. Pero la sansación que se me ha quedado, es un amargo sabor de boca. No se le puede llamar tristeza, es amargor.
Hace tiempo, más o menos cuatro años, hice una promesa con mi por aquel entonces mejor amiga. Nos podíamos pasar horas y horas hablando, ríendo, hacíamos planes, muchas cosas juntas, aun llendo a institutos diferentes. Nos prometimos que aunque tuvieramos novio y pasara lo que pasara nuestra amistad sería lo más importante. Al tiempo ella dejó a su novio y empezó a salir con otro chico y cada vez la veía menos y menos, hasta el punto en el que durante más de año y medio no supe nada de ella hasta que me llegó un mail de su novio dándome las gracias por haber insistido en contactar con ella. De eso harán unos dos años y pico.
Debido a una serie de problemas personales y familiares estuvo muy deprimida y no tenía demasiadas ganas de nada. No la culpo en absoluto, pero creo que si realmente éramos tan buenas amigas podría haber tenido la confianza suficiente en mi como para pedirme ayuda de la forma que fuera. Eso me dolió cuando me enteré de todo lo que pasó, pero no la culpo. Desde entonces la habré visto unas cuatro o cinco veces. La volví a ayudar cuando volvió a tener problemas, como pensaba que era mi deber ya no hacia ella, sino hacia mi misma por la amistad que tenía con ella. Las cosas volvieron a su cauce y al igual que la primera vez, cuando todo volvió a irle bien, volvió a desaparecer y ya si que no he vuelto a saber más de ella.
Cuando he visto las fotos que tengo con ella, me he quedado con un sabor muy amargo, me he sentido algo triste y utilizada, la verdad. La vida sigue y cada cual toma su camino. Yo sigo el mío, pero he decidido dejar totalmente de intentar rastrear el suyo, se acabó. Si vuelvo a verla, no voy a dejar de saludarla ni nada de eso pero si ella quiere algo, tendrá que venir a buscarlo porque ya me he hartado de ir detrás y creo que ahora debería centrarme en otras cosas, como aprender a confíar en otras personas de la misma manera que llegué a confíar en ella.
Ahora simplmente estoy buscando algun programa que quiero probar, me pondré a jugar o a hacer lo que sea mientras espero, como si nada hubiera pasado, porque después de este tocho ya no siento nada en especial.
Una tarde rara de cojones.
1 comentario:
Bueno... asi que uno de "esos" dias... Te diria que con la edad acabas por no tenerlos, pero hasta donde he llegado (28) va a ser que no.
Ala, a no rallarse mucho!
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