Me estoy quedando HELADA al ver lo que está sucediendo en Valencia. El gobierno al que hemos puesto en el poder para castigar al PSOE (y así es, no nos engañemos, puesto que en esta España de púlpitos, toros y fútbol, si votas a un partido que no sea mayoritario, eres poco más que un descastado, un infiel, un pecador y/o un estúpido) vino con promesas que solucionarían la mala situación en la que están viviendo muchos de los ciudadanos, aunque al final lo único que han hecho ha sido meternos un tijeretazo todavía mayor, dejando a algunos con el cinturón con el intentaban apretar su bolsillo tan corto, tan corto, que están a punto de cometer un suicidio por intentar vivir con una dignidad que por derecho a todos nos corresponde, pero que de facto está empezando a ser algo exclusivo para algunos con más suerte y los acaudalados, a quienes se protege y se sigue cebando, como si evitar su extinción fuese un problema de primer orden.
Para mantener a estos ejemplares, se están dando muchos pasos atrás. Muchas de las cosas que se consiguieron tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia, están siendo tan reducidas, modificadas o ninguneadas, que parecerá que jamás existieron, pero lo que no tiene nombre es lo que están haciendo con la educación. Se pretende que los profesores cobren menos pero echen más horas, que haya menos docentes en cada centro e incluso que tanto profesores como alumnos aguanten el invierno (más duro que los que hemos pasado desde hace algunos años) y además, que no protesten.
El caso de Valencia, que además de sufrir los despiadados recortes a los que todos tendremos que hacer frente, está podrida por dentro por la flagrante corrupción de su gobierno, es bastante grave. Demasiado, viendo lo que la policía ha hecho con los estudiantes que se manifestaron por su derecho a una educación digna, las personas que los apoyaron o los que simplemente pasaron por allí y se encontraron con la situación. Golpes de porra que marcan los cuerpos, golpes de porra que abren cabezas y dejan sin sentido, empujones, improperios, agresiones sin sentido a fin de hacer una demostración pueril de fuerza que al final, lo único que deja ver, es que la policía ya no es del pueblo, sino de los gobernantes, los antidisturbios sus perros más fieles, y que los estudiantes y demás personas que se manifiestan tienen razón.
Aunque no se dispongan de más armas que la voz, el pacifismo y la razón, se trata de una guerra que es de todos y que no debemos estar dispuestos a perder por nada del mundo.
Mi más sincero apoyo para la gente de Valencia, esperando que el azul deje de ser gris.
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